Las vigas de madera han estado siempre presentes en nuestras casas tradicionales, son agradables a la vista, elegantes y dan sensación de calidez a cualquier estancia. Por desgracia, últimamente, se habían dejado de utilizar por las complicaciones que traía la madera natural. Porque la madera mal empleada se agrieta, se retuerce y está más desprotegida ante las plagas y la humedad. Estos inconvenientes, junto con el elevado precio que las piezas más grandes, pueden haber sido los principales motivos por los que muchas personas no piensan hoy día en colocar techos con viga de madera en su vivienda.
¿Qué son las vigas laminadas?
La madera laminada es una forma relativamente reciente, básicamente del siglo XX, de tratar la madera para convertirla en un material mucho más fiable, durable y económico. Consiste en obtener de la madera en bruto láminas delgadas y largas para luego unirlas con resinas de alta resistencia. De esta forma, se pueden obtener todos los tipos de viga necesarios en una construcción a partir de árboles de tamaños más pequeños o irregulares. El resultado es estructuralmente muy bueno e incluso se emplean en grandes obras de arquitectura como piscinas o polideportivos.
¿Por qué escogerlas?
Su durabilidad es excelente, pues recibe todos los tratamientos de secado y de protección frente a hongos, insectos o humedad directamente en la fábrica. Y son estéticamente elegantes, ofreciendo un aspecto sólido sin perder nunca la calidez de la madera. No se puede comparar con otros materiales empleados en la misma función, el acero, el aluminio, o el hormigón, que carecen de muchas de las ventajas que presenta la madera laminada.
Dentro de las opciones que ofrece la madera laminada, nos encontramos desde muebles, algunos de ellos realmente populares, como el taburete diseñado por Alvar Aalto; hasta vigas decorativas que mejorarán el aspecto de cualquier espacio pudiendo colocarlas pendiendo del techo o bien empotrándolas en los muros laterales.